Se constata diversos cuadros significativos como
tildar a los maestros(as) de violentos o vinculados a movimientos terroristas y
sin pruebas por el ministro del interior, una prensa y televisión direccionada
a desprestigiar al colegiado de educadores del Perú, una ministra de educación
ciega y sorda al clamor del pueblo que pide dialogo y atención a sus demandas;
por otro lado, la Policía Nacional del Perú desatando su furia con bombas lacrimógenas,
arrogando agua helada en pleno invierno con el famoso pinochito; maestros
caídos en la pista, otros gritando desesperadamente auxilio y ayuda, en esa
línea de represión ahora se anuncia con
bombos y platillos despidos, descuentos y procesos administrativos, normas de represión y confrontación entre
docentes y directores.
Al ver todos
estos hechos que han sufrido los maestros y maestras duele el corazón porque
afectó su cuerpo físico, psicológico, moral y espiritual, en una palabra la
VIDA de cada ser humano y que viene de Dios (Gen 1,1ss). Los valores
fundamentales de la vida social y de la democracia como la justicia, libertad,
verdad y caridad han sido gravemente transgredidas
por las autoridades quienes tienen que velar por el bien común de sus
habitantes y no de intereses particulares. A pesar de todo ello, los padres
de familia, sociedad civil y estudiantes valoran la vida del maestro con el valor
bello y hermoso de la solidaridad en tiempos de oscuridad, porque se defiende la dignidad y los derechos fundamentes de la
persona consagrada en la constitución
política del Perú y en los Santos Evangelios.
La vida del
magisterio nacional, de los niños, padres de familia y sociedad civil ha
quedada herida y lastimada por las autoridades implicadas en este proceso y deberían
tener el compromiso político, ciudadano y cristiano de buscar la
justicia social, y reconciliación
a fin de sanar las heridas de cada maestro(a), para que vuelva la esperanza, paz, alegría a las familias de los maestros y la motivación de seguir edificando un país grande teniendo como base los
valores cristianos, ética, que tanto demanda la sociedad , para dar respuesta
desde la educación a la corrupción y otros problema sociales.
Por Carlos
Santisteban LLonto. Docente (30.8.17) educarlos67@yahoo.es