Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23
El Evangelio de
Marco nos cuenta que un grupo de fariseos observaron que los discípulos de
Jesús comían sin lavarse las manos. Según
eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús "¿Por qué comen tus
discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores"? Él
contesto: / "Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está
escrito: / "Este pueblo me honra con los labios, / pero su corazón está
lejos de mí.
El
mundo de hoy enseña a amar lo material,
lo pasajero y efímero de la vida, por eso vemos cada día que los hombres y
mujeres dedican muchas horas de su vida a conseguir bienes materiales y
presumir de propiedades ciertamente los bienes materiales son necesarios para vivir,
pero lo malo está en que las personas ponen su corazón solo en lo material y
olvidándose del ser Divino y transcendente que nos da la vida y la existencia.
En
este sentido los hombres y mujeres de hoy nos alejamos de Dios, de su Palabra,
la Oración diaria, de la participación de la Santa Misa, del amor al prójimo-vemos con mucha tristeza
una cultura de muerte en todos los medios de comunicación social- en una
palabra el ser humano está tomando el camino del egoísmo.
El
evangelio de Marcos nos invita a volver la mirada a Dios, a iniciar una nueva
experiencia espiritual en nuestras
vidas, a saber interpretar los signos de los tiempos con los ojos y oídos de la fe, para acercarme cada día al ser
divino y poco a poco amarle todos los días. Para ello necesitamos que empecemos
de nuevo es decir conociendo a Jesucristo cada día en la lectura asidua de la
Palabra de Dios, allí Jesús se nos presenta como un amigo, hermano, padre que
está en las buenas y males con nosotros sus hijos e hijas; como dice el dicho “
Para amar a Dios es necesario conocerle”
Orar
para mantener vivo el amor a Dios, a partir de un texto bíblico reflexionando y
confrontándolo con la realidad de hoy para descubrir cuál es la voluntad de
Dios, asumir compromisos con la justicia, la verdad, el medio ambiente, los
derechos humanos, las decisiones políticas que toman los gobernantes, con la
ética política para responder como buenos cristianos y ciudadanos a la luz del
encuentro con Dios en la oración personal y comunitaria. A modo de conclusión podemos decir que amar a
Dios es una decisión de leer su Palabra para conocerle cada día, orar
siempre para mantener vivo el amor de Dios y amar al prójimo como medida
del amor a Dios.
Carlos
Jorge Santisteban LLonto. Docente ULADECH-SPES (28.8.15)